“(…) Si preguntan qué soy
diré marino,
marino para siempre…”
La fascinación de Mario por el mar tiene raíz en sus ancestros y su espíritu de aventura.
A los 77 años, el autor todavía navegaba por las aguas del Mediterráneo en un barco a vela.
“(…) Curtido por lluvias
y soles ardidos
palpita la nave
con orgullo nauta
aferrado al viento
en laborar callado.”
“Contanos algo del mar, abu.” Repetimos las palabras de su nieta, con las mismas ganas de
escuchar las historias que acumuló a lo largo de la vida. ¿Cómo vive un navegante profesional?
“(…) Lejos quedaron
los afectos
en el puerto inicial
de la aventura.”
Es una vida dura y solitaria, por más que tenga a sus compañeros de trabajo.
Los viajes solían durar alrededor de un mes. Un barco quieto produce pérdidas. Cuanto más
corto el período, mejor.
La belleza métrica del soneto. ¿Cómo desarrollaste el tránsito entre letras, leyes y el mar?
“Sí; soñaba el hombre de la espuma,
curtido en la faena cotidiana,
con rolidos y toques de campana;
soñaba con el sol y con la bruma (…)”
Las letras y el mar se llevan muy bien. Si uno lo siente, no hay que esforzarse mucho.
Las leyes eran una opción. Si no sería otra cosa, sería abogado.
A través de sus poemas, navegamos con Mario, que nos brinda una inmensa riqueza de
detalles sobre la dinámica de la vida, el barco, en los puertos donde llegaba y partía, la belleza
de los faros con su arquitectura y encanto específico … Y toda la soledad y aventura de vivir en
Mar Abierto.
“(…) Comparto el puerto
su gente
la feria artesanal
tapices araucanos,
cigarreras de cuero
bolsos de coco
y tantas cosas
que alguien comprará (…)”
Si pudieras elegir un lugar inolvidable donde estuviste para volver, adonde ibas?
“El mar
que separa
y une
poco sabe
del olvido (…)”
Cerramos el encuentro con las ganas de descubrir en su poesía, donde queda el lugar del
eterno verano y probar más de las historias contadas por Mario en Mar Abierto – Singladuras
del Silencio.