El lenguaje, “La carta de presentación” de tus ideas (segunda parte)
20 de febrero, 2022
El lenguaje es la materia prima con la que el escritor va haciendo su obra. Es la arcilla que moldea ese “artefacto” que resulta ser la historia que contamos. Como si fuéramos a un gimnasio, el trabajo constante sobre las palabras que seleccionamos y cómo las unimos conforman ese corpus estético que dará belleza y fuerza, armonía y consistencia a nuestra historia.
Elegir bien las palabras resulta central, luchando contra la ambigüedad o la imprecisión, o bien contra el error de registro y los problemas fónicos.
Te acercamos algunas consideraciones para que tengas presente en tu escritura. Son 7 cuestiones que debes evitar, sí o sí:
- LAS FRASES RIMBOMBANTES. Un error típico es querer sobresalir con palabras “ruidosas”, pero en la mayoría de los casos se logra el efecto contrario. Resultan fuegos artificiales en lugar de luces verdaderas, y terminan arruinando una idea que tal vez estuvo bien pensada.
- LAS ALITERACIONES. Es decir, la repetición sucesiva de un determinado sonido, por ejemplo “La dama no ama al amo”, excepto cuando el objetivo es producir cierto efecto.
- LAS RIMAS CERCANAS. Producen un “cantito”. Por ejemplo, “El jardín de Martín”.
- LAS PALABRAS REPETIDAS. A excepción de querer buscar un efecto específico, evitá la repetición innecesaria. Es interpretada como falta de lenguaje (o aún peor, de atención…). Construir metáforas puede resultar una buena solución, en especial para describir sensaciones. Y otro buen aliado, más rápido y a mano, es el siempre necesario diccionario de sinónimos.
- LAS CACOFONÍAS. Hay palabras que cuando están unidas producen “ruido”. Por ejemplo: “Cántaro rojo”.
- LOS LUGARES COMUNES. Siempre resulta gratificante para el lector un texto que aporta frescura e innovación. Hay expresiones elocuentes que han estado bien pensadas, pero que ya perdieron impacto y no aportan nada nuevo. “La luna plateaba el mar”, por ejemplo.
- LAS ADJETIVACIONES REDUNDANTES. Se considera que la escritura debe ganar en intensidad sin tantos adjetivos. El matrimonio sustantivo – adjetivo es un tema especial, donde podemos ganar énfasis con originalidad (“majestuosa pobreza”) o fallar con obviedades (“el cielo azul”). “El adjetivo debe ser alarmante”, dicen los que saben, y nos ponen una alarma amarilla sobre su utilización excesiva.