El lenguaje, “La carta de presentación” de tus ideas (primera parte)
29 de noviembre, 2021
Imaginemos que vas a un casamiento. La ropa que llevás puesta establece un código de comunicación con los demás invitados. Antes que nada, deberá estar “acorde” a la situación, a la altura de la propuesta. De igual manera, el estilo y el lenguaje hacen un “todo” que sumerge al lector en la atmósfera que elegiste, haciéndolo sentir cómodo dentro de una coherencia general.
Encontrar la propia voz es tal vez el desafío más grande para un escritor. El trabajo de hallar el estilo propio es íntimo, aunque, como decía Paul Klee, “uno encuentra su estilo cuando no puede hacerlo de otra manera”…
Veamos algunos apuntes. En grandes autores, el estilo puede identificarse inmediatamente. Pero no busques esto de entrada; es una labor que lleva su tiempo. El pilar fundamental es la elección de las palabras; por eso te acercamos un resumen sobre el lenguaje escrito para que tengas en cuenta.
Además del convencional (usado en escritos judiciales, cartas comerciales, etc.) y del general (utilizado, por ejemplo, en periodismo) distinguimos 3 tipos de lenguaje:
- FLUIDO. Busca la claridad y la sencillez. Elige las palabras con mucho cuidado. Hace de la naturalidad su ADN. Permite que el lector haga su viaje de manera placentera, sin obstáculos.
- ARTIFICIOSO. Es lo opuesto al fluido. Conlleva una búsqueda de pretensión. Ostenta riqueza verbal donde no faltan redundancias, adjetivos y gerundios en exceso, y hasta inclusive un abuso en signos de interrogación y admiración, o de puntos suspensivos.
- POÉTICO. Representa una fisura en un orden establecido, que puede resultar altamente sugestiva. Es lo que finalmente produce verdadera literatura. Se inicia en lo racional con un “tenue intersticio de sinrazón”, diría Borges. Si bien posee recursos retóricos, sepamos que un texto natural también puede resultar poético. Cortázar hace surgir un universo lateral en la llanura de lo cotidiano, por ejemplo, logrando deslumbrarnos.
Te acercamos 2 consejos rápidos para que tengas siempre en mente:
- UTILIZÁ UN LENGUAJE SIMPLE. No te distancies del lenguaje común. Crecimos con el prejuicio de que hay que escribir con palabras “elevadas”. La naturalidad puede ser tu mejor aliada. Quitá las palabras innecesarias. Elegí frases cortas o medianas en lugar de largas, y dejá de lado recursos antinaturales “librescos”, como por ejemplo el hipérbaton, que es un cambio en el orden de la sintaxis (“Cuadros pinta Marcelo”), aunque ya casi no se use. Ganarás fluidez.
- CONSIDERÁ EL LENGUAJE COLOQUIAL. No lo reduzcamos a la comunicación oral. En literatura es muy usado para generar proximidad, y no sólo para los diálogos. Es un vehículo para hablar “el mismo idioma” del lector.
En una próxima entrega seguiremos ahondando en todos estos matices del lenguaje, que seguramente ya están en tu radar, pero tal vez no recuerdes nítidamente. Repasarlos permite apreciarlos y valorarlos mejor. Hasta la próxima.