CÓMO ESCRIBIR MEMORIAS: GUÍA PARA NARRAR RECUERDOS
6 de junio, 2023
Es un placer poder narrar hechos significativos que nos ocurrieron. Lograr “guardarlos” en un libro, y compartirlos con los demás. Pero su escritura implica tener en cuenta una serie de factores para que sea un éxito. (Llamamos “éxito” en estos casos a la realización de un libro que nos satisfaga íntimamente y que resulte interesante para el lector que nos interesa seducir.)
¿Cómo puedo “fertilizar” mi memoria? ¿Hasta dónde debo obedecer la realidad de mi recuerdo, y hasta dónde contarlo sumando detalles de ficción? ¿Cuáles son los porcentajes que estamos dispuestos a dedicar a lo verdadero y a lo inventado? ¿De qué forma puedo “ecualizar” ambos mundos para que el libro sea creíble y a la vez placentero? ¿Es realmente inspiradora mi historia o solo me interesa a mí tenerla escrita?
Estas dudas pueden tener un camino de resolución. Aunque siempre el veredicto es muy personal, acá van algunas consideraciones para tener en cuenta.
ESTIMULAR LOS RECUERDOS. Es interesante revisar información complementaria a lo que nuestra cabeza recuerde. Si estamos escribiendo memorias familiares, es un buen punto recurrir a álbumes de cuando éramos chicos, o tomar un café con algún tío lejano que nos permita chequear lo que sabemos o conocer datos nuevos, volver a ver videos de encuentros familiares, etc. Es decir, hacer una pequeña investigación que amplíe los horizontes, los convalide o los ponga en jaque. Todo sirve para llegar a la verdad.
¿ESTOY PREPARADO PARA ESCRIBIR ESTA HISTORIA? Muchas veces queremos contar algo porque nos resulta emocionante, pero tal vez no tomamos la suficiente distancia como para tener una perspectiva sana de lo que aconteció. Es aconsejable dejar “reposar” la historia dentro de nosotros, mirarla desde distintos ángulos y luego escribirla. Nos evita sensaciones abruptas, y nos armoniza la mirada para que la escritura sea más madura.
OBJETIVO DE LA NARRACIÓN. ¿ Qué queremos lograr contando nuestra historia? ¿Queremos dejar una moraleja, una enseñanza? ¿O hacer “justicia” con una interpretación subjetiva de los hechos? ¿Tenemos una necesidad visceral de contar algo para dar nuestra visión personal, o creemos que puede ser realmente útil para quien la lea? ¿Qué queremos conseguir en la mente del lector? A la vez, lograr desapegarnos afectivamente de un resultado concreto nos puede facilitar la labor narrativa, poniendo la energía en la calidad de lo expresado.
ARMAR UNA CRONOLOGÍA. Es útil circunscribir la historia que queremos contar, definirla, y luego estructurarla de acuerdo a un orden temporal. Esto nos facilitará la escritura, y si bien no es condición sine qua non, va a ser más cómodo para nosotros y probablemente para el lector.
VERDAD VERSUS ENGAÑO. Es posible que consideremos que nuestra historia se queda “corta”, y debamos agregarle más condimento. Ahí es cuando abrimos la puerta a que el exceso de “aderezos” termine condicionando el sabor inicial. Es necesario que, antes de ponernos a escribir, decidamos si la historia en sí ya es suficiente. Si nuestro diagnóstico es negativo, no convendría ni siquiera empezar, porque hay muchas posibilidades de que terminemos escribiendo un híbrido, algo insulso que no satisfaga ni al amante de la ficción ni al de memorias. Podemos matizar los datos, pero no resulta conveniente que la ficción iguale o supere la verdad de los hechos.
PACTO CON EL LECTOR. Si uno compra un libro que dice “Memorias”, está esperando encontrarse con hechos verídicos. Si lo inventado supera la realidad, estamos defraudando a quien confió en nosotros. Será preferible entonces decir, por ejemplo, que es una novela “basada en hechos reales”, pero dejando claro que es ficción.
Más allá de darle un marco poético a la narración, la honestidad en este tipo de escrituras suele ser bien recompensada. Pero una biografía, por ejemplo, que está bien escrita no deja de lado recursos narrativos que embellecen lo contado. Un autor para tener presente es Stefan Zweig, creador de biografías famosas, como la de María Estuardo, Paul Verlaine, Balzac y Erasmo de Rotterdam, entre otras.
Como siempre, leer es el primer paso para escribir. Luego, buceá en tu memoria, disfrutá de lo que encontrás y aceptá el desafío de bajarlo al papel. ¡Escribir recuerdos es un placer único!